martes, 1 de octubre de 2013

HOMBRES DE NEGRO - EXTRAÑO SUCESO - POR GLADYS ESPINOSA

                                                                EXTRAÑO SUCESO
                                            LA FOTOGRAFIA ES A MODO ILUSTRATIVO 


El 21 de junio de 1947, un guarda costero de los Estados Unidos llamado Harold A. Dahl patrullaba en una lancha por aguas de la isla Maury, un islote deshabitado que se encuentra frente a la costa de Tacoma, en el estado de Washington. Se encontraba con él en la lancha su hijo, dos marineros y un perro. La mar se hallaba bastante encrespada. En un momento determinado Dahl levantó casualmente la vista y vio en el cielo, a unos seiscientos metro de altura, seis enormes objetos en forma de “rosquillas”. Dijo que tenían ventanas redondas en los bordes exteriores y también en torno al agujero central. Uno de estos aparatos ocupaba una posición central, rodeado por los otros cinco. Todos ellos descendían lentamente, como si el aparato central se hallase en apuros y los otros tratasen de ayudarle. Cuando el objeto central se encontraba a unos sesenta metros de la superficie del agua, con los otros cinco algo más arriba, Dahl comprobó que eran muy grandes: calculó su diámetro en unos treintametros. Uno de los cinco dejó la formación y se acercó alque Dahl le parecía averiado, poniéndose en contacto con él. Entonces Dahl oyó un estampido sordo y de pronto una sustancia brotó por el centro de la nave en dificultades. Parecía como si cayesen millares de periódicos sobre la playa y sobre la embarcación. Aquélla sustancia resultó ser un metal blanco ligerísimo, pero con él se produjo una lluvia de lo que a Dahl le parecieron rocas volcánicas. Estos pedruscos pesaban mucho y causaron daños en la caseta del timón, uno de ellos mató al perro y el hijo de Dahl sufrió una grave herida en un brazo. Todos los tripulantes de la lancha, después de embarrancarla en la playa, saltaron a tierra con el propósito de guarecerse al pie del acantilado, en un lugar donde no les alcanzase lo que caía de lo alto.Dahl calculó que cayeron como unas veinte toneladas de material. La lluvia cesó tan súbitamente como había comenzado, y las extrañas naves adoptaron su primitiva formación, con cinco de ellas rodeando a la central. De repente los seis objetos se elevaron en el cielo y desaparecieron sobre el mar hacia el oeste. Dahl y sus compañeros regresaron entonces corriendo a la lancha, y trás desencallarla, volvieron al puerto. Después de llevar a su hijo al hospital para que lo atendieran, Dahl se presentó ante Fred Chrisman, su superior. Cuando le relató el incidente, Chrisman le reprendió, tachándolo de visionario y borracho. No obstante Dahl tenía pruebas físicas: los daños sufridos por la lancha y pedazos de rocas caídas del cielo, mas cinco fotografías que había tomado con la cámara de la patrulla, de las naves en forma de “rosquillas”. Finalmente Chisman se convenció de la veracidad del suceso, a la vista de las pruebas que le aportó su subordinado. Entre ambos recogieron gran cantidad de “lava”, y a partir de aquí la historia se complica. La noticia corre a través de un “misterioso informante vestido de negro”, y aparecen entonces en escena el teniente Brown y el capitán Davidson, de la Información Militar. Estos se presentaron en Tacoma a bordo de un bombardero B-25, con la misión de averiguar qué había ocurrido en la isla Maury. En una nueva entrevista, se llevaron un cajón lleno de fragmentos de roca.Veinte minutos después de despegar de Tacoma con el cajón a bordo, El B-25 se estrelló. Brown y Davidson perecieron en el accidente, y parecer ser que entre los restos del avión siniestrado “no se encontró la caja con los fragmentos de roca”. ¿Fue verdad?. ¿Fue un fraude urdido por Dahl y Chisman?..... Lo cierto es que éstos fueron “silenciados”, luego de haber recibido la visita de “misteriosos hombres de negro”. Ambos desaparecieron de Tacoma, que ante infructuosas búsquedas, fue imposible localizarlos. También es la primera vez que aparecen en escena los “misteriosos hombres de negro”, representados en este caso por el anónimo informante, que parecía saber perfectamente todo cuanto rodeaba al extraño suceso. Gladys Espinosa